Historia 4 º 1º y 4 º 2º
Profesores: Nonis Pablo - Lucarini Jorgelina
Fecha límite de entrega 27 /03/20
jorgelinalucarini@gmail.com
Texto 1
La campaña al Chaco o Vaciar el “desierto”
“No solo el Ejército, encargado de la apropiación material de los territorios indígenas, sino que también
diversos sujetos e instituciones vinculados de diversa manera con los intereses estatales recurrieron a la
conceptualización del Chaco en términos de ‘desierto’ [y] ponderaba[n] de este [término] el rasgo de vacío.
Aunque podría sugerirse que no se trataba de un área vacía ya que estaba repleta de vegetación impenetrable
y de indígenas ‘hostiles’, cabe recordar que, según los cánones del positivismo decimonónico, la ausencia de
civilización era un vacío. Y un vacío que debía ser llenado. […] cuando hablaban de ‘desierto’ el énfasis
estaba puesto en […] la ausencia de civilización [que] era asumida como un ‘vacío’ y legitimaba la
conceptualización como ‘desierto’, dotándolo de un sentido muy laxo que nada decía sobre los habitantes
del lugar. De esta forma, ignorando la existencia de población indígena, es que se construye el vacío y,
consecuentemente, el desierto. En torno a esta cuestión se fundamentan y se materializan los proyectos de
apropiación territorial (de características militares) llevados adelante por el Estado: el criterio de apropiación
–y de legitimación de la apropiación– suponía que ‘la estatalidad se impone sobre la nada’. Esto,
significativamente, ponía fuera de la discusión la cuestión indígena y situaba al ‘desierto’ como escenario
óptimo para la civilización. En el ámbito militar, la visualización de las áreas ocupadas por indígenas como
‘espacios vacíos’ o ‘desiertos’ le imprimió un sello particular al modo de apropiación y, en consecuencia, al
proceso de formación territorial argentino, estrechamente vinculado con el desarrollo de tareas cartográficas
en el Ejército. En efecto, pensar en ‘los desiertos del norte y del sur’ permitía poner de relieve –desde la
esfera técnica– la indiscutible falta de conocimientos ‘geográficos’ y, con ello, plantear la ‘urgente
necesidad’ de avanzar sobre esas tierras desconocidas y relevarlas topográficamente. Esto llevó al Instituto
Geográfico Militar […] a enunciar claramente la necesidad de un relevamiento topográfico para, entre otras
cosas, demostrar científicamente que el ‘desierto’ era ‘desierto pero no tanto’, ya que ‘el término desierto
engloba más un sentido de desconocimiento geográfico que una acción natural pues en estas tierras
inmejorables se encontraban riquezas potenciales para ganaderos y agricultores’ […]. El ‘desierto’
equiparado al ‘desconocimiento geográfico’ parecía no dejar lugar a dudas acerca de la necesidad
impostergable de conocerlo. […] la inexistencia de una cartografía científica del Chaco contribuía a su
conceptualización como desierto en una doble operación: por un lado, un área no cartografiada era,
supuestamente, un área desconocida y podía ser llamada desierto pese a sus ‘inmensas riquezas naturales’;
pero por otro lado, en el contexto del imperialismo europeo y el auge del positivismo, los desiertos ‘debían’
ser colonizados, apropiados y cartografiados. Es decir, pensar el desierto implicaba necesariamente la
urgencia de vaciarlo y transformarlo, mediante la apropiación nominal y simbólica, en un no desierto. A
estas cuestiones se les agrega otra: subyace en la conceptualización de ‘desierto’ la idea de barbarie, opuesta
al proyecto de civilización inscripto en el proyecto de la construcción del Estado nación. La vinculación
entre desierto y barbarie está presente en la totalidad de las relaciones militares sobre el avance y la
ocupación del territorio chaqueño: la el avance sobre estas tierras y el desierto son los enemigos, que se
vencerán con la aniquilación y el sometimiento, por un lado, y con el control efectivo, por el otro. […]A
estas cuestiones se les agrega otra: subyace en la conceptualización de ‘desierto’ la idea de barbarie, opuesta
al proyecto de civilización inscripto en el proyecto de la construcción del Estado nación. La vinculación
entre desierto y barbarie está presente en la totalidad de las relaciones militares sobre el avance y la
ocupación del territorio chaqueño , la barbarie y el desierto son los enemigos, que se vencerán con la
aniquilación y el sometimiento, por un lado, y con el control efectivo, por el otro. […] Hacia la desaparición
del ‘desierto’ Tras la expedición de Victorica la relación retórica ‘civilización-barbarie’ se resignifica. En
efecto, cuando se consideró haber desequilibrado las fuerzas en la lucha contra los indios en favor de lainstitución estatal los indígenas dejaron de representar la barbarie a dominar para convertirse en ‘naturales
de la Nación’ […], según palabras del propio Victorica al regreso de la campaña: los indios, una vez
considerados dominados, pasaron de ser los enemigos naturales de la civilización conceptualizados como
una otredad indeseada a ser una población autóctona, una otredad incorporada que en su carácter de ‘especie
adaptada al medio’ era útil para una mejor explotación de las riquezas […]. Efectivamente, al regreso
exitoso de Victorica no solo cambió el discurso sobre los indígenas sino que también mutó el discurso sobre
el área geográfica en cuestión. El Chaco dejaba ya de ser nombrado constantemente como ‘desierto’ para
comenzar a asumir en forma plena el carácter de ‘territorio argentino’ […]. Algunas reflexiones acerca de la
necesidad de inventar el desierto Entonces, ¿qué es lo que permite conceptualizar al Chaco como ‘desierto’
teniendo en cuenta, por un lado, la numerosa población organizada en una gran cantidad de tribus, y, por
otro lado, la exuberancia de sus bosques, sabanas y parques que los constituyen […]? La invención del
‘desierto chaqueño’ es la representación subjetiva del área geográfica sobre la que se pretende ejercer un
dominio efectivo […]. Es decir, algunos de los pilares sobre los que se apoyaron diversos proyectos políticos
fueron los proyectos de expansión territorial, las discusiones sobre la necesidad de poblamiento efectivo de
todo el país, la consolidación de las fronteras ‘interiores’ y exteriores, pero también fueron estos tópicos los
disparadores sobre los que se construyeron proyectos científicos y académicos […]. Los discursos […]
trabajaron la idea de ‘desierto’ a partir de imaginar un espacio vacío. En efecto, el propósito que subyacía a
las políticas de expansión territorial implicaba vaciarlo de los indígenas. En cierta medida, el desierto no era
desierto, sino que debía ser desierto. O en otras palabras: había que inventar un desierto porque el Chaco no
era un desierto pero debía serlo para poder llenarlo. Y llenarlo con personas civilizadas. Con inmigrantes
europeos […]. El punto de partida era asumir la existencia de un área no civilizada, pero que no estaba
vacía. Resultaba necesario, pues, vaciarla: para ello, se instaló una imagen territorial –el ‘desierto’– que
recordaba un vacío (de la civilización) y ello habilitaba, retóricamente, otras acciones en nombre de las
cuales se sometió y aniquiló a una gran cantidad de minorías étnicas. Es decir, se vació al Chaco material y
simbólicamente”.
Lois, Carla. “La invención del desierto chaqueño. Una aproximación a las formas de apropiación simbólica de los territorios del
Chaco en los tiempos de formación y consolidación del Estado nación argentino”. Scripta Nova. Revista Electrónica de Geografíay Ciencias Sociales Universidad de Barcelona, nº 38, 15 de abril de 1999
Texto 2
Diario Clarín “Conquista-desierto-guerra” 6/11/2015
El libro que cuenta la triste resistencia indígena durante la Conquista del desierto
“Una guerra infame” recupera uno de los períodos más turbulentos de la historia argentina: la colonización,
el asesinato al indio y la forja del estado nación sobre una guerra desigual.
La conquista del desierto, ese complejo proceso histórico que atravesó la Argentina en el siglo XIX, sigue
generando controversias. Desde el mismo nombre, hablar de desierto hace pensar en un territorio vacío que
fue ocupado por el ejército de Juan Manuel de Rosas desde 1833 en adelante. Sin embargo, una gran
cantidad de estudios historiográficos demuestran hoy que quienes forjaron el Estado nacional, con Julio
Argentino Roca como su máximo exponente, no sentaron las bases argentinas sobre tierras vírgenes,
sino sobre sangre indígena."Una guerra infame" recupera los sucesos ocurridos en aquella primitiva
argentina que poco sabía de instituciones. Traducida a "una guerra entre dos contendientes muy desiguales",
la conquista del desierto es analizada por el periodista Andrés Bonatti y el historiador Javier Valdez en
una obra que intenta sopesar él debe y el haber de las batallas colonizadoras.
Con un marcado hincapié en el consenso de la época, los autores no dejan de lado las motivaciones y los
juegos políticos en torno al reparto de 500.000 kilómetros cuadrados, los miles de muertos y refugiados
que las distintas campañas ocasionaron. Y tampoco la resistencia, siempre presente en las ocupaciones
criollas. Aquí, los autores cuentan algunos resultados de su investigación, una conmovedora historia que se
torna central para entender los cimientos de nuestra Argentina.
- ¿A qué se refieren con "la verdadera" historia de La Conquista del Desierto?
Andrés Bonatti: Nuestro propósito ha sido realizar una investigación que aborde en forma integral la
problemática en torno a la Conquista del Desierto, no solamente a partir de una descripción minuciosa de las
campañas militares, de las políticas de despojo y sometimiento de las comunidades originarias, y del
inescrupuloso reparto de las tierras entre los militares y los empresarios, sino también para indagar en las
diferentes posturas políticas e ideológicas imperantes antes y durante la Conquista, con el objetivo de ofrecer
una interpretación más clara de los hechos, sus causas y sus consecuencias. Nuestra intención ha sido
acercar la historia de la Conquista del Desierto al lector común, no especializado, con un texto que reúne los
hechos más importantes, algunos de ellos inéditos o poco desarrollado, desde una mirada crítica no exenta
de rigor científico.
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Fuente: Antonio Pozzo (1829-1910), Expedición al Río Negro, (abril a julio de 1879), Ministerio de
Guerra
- En la introducción hablan de las dos lecturas tradicionales de la Campaña como algo "malo" por el
genocidio indígena, o "bueno" por la gesta del Estado Nacional a partir del Roquismo. ¿Cómo se
resumen estas posturas historiográficas?
- Javier Valdez: Una de las posturas tiene que ver con la línea historiográfica liberal tradicional, que tomó la
campaña como la gran gesta patriótica del avance de la "civilización" en contra de la "barbarie", negando la
preexistencia de sociedades indígenas, pero sobre todo desconociéndolas. ¿Qué historia se puede escribir
sobre la base del desconocimiento? La otra postura fue la que trató de visibilizar a los pueblos originarios,
pero centró sus esfuerzos en denuncias casi panfletarias contra los actos genocidas y personajes como Julio
A. Roca. Si bien nosotros respetamos esta última posición, creemos también que en la actualidad hay
excelentes trabajos provenientes de diferentes disciplinas e investigadores que nos están arrojando más
claridad sobre todo el proceso, por lo cual tenemos el deber de ampliar nuestra mirada y no caer en posturas
historiográficas simplistas y carentes de rigor.
- 1879 no es el punto de partida para entender la Conquista, explican. ¿Dónde arranca esta historia y
por qué?
- Javier Valdez: El espacio temporal que consideramos para nuestra investigación es mucho más amplio que
el que proponen las visiones tradicionales. Lo enmarcamos desde las primeras expediciones a las "Salinas
Grandes" comandadas por Pedro Andrés García en 1810 y 1811, y terminamos en 1917 con la instalación
del último fuerte en el Gran Chaco. Claro que durante todo ese siglo de constante expansión sobre los
territorios de los pueblos indígenas libres de Pampa, Patagonia y Chaco, tenemos diferentes etapas con
avances y retrocesos; no es un proceso uniforme y lineal. Desde la perspectiva ideológica, la empresa que
lleva al Estado argentino hasta los ríos Negro y Limay en 1880, también está sustentada muchas décadas
antes de que Roca la ponga en marcha, por hombres vinculados a la Generación del ´37. Las ideas de
personajes como Sarmiento o Alberdi fueron fundamentales a la hora de llevar adelante el avance sobre
territorios y sociedades.
Fuente: Guillermo Bazanto - María Cecilia Rossi
-
¿Cuáles fueron las grandes etapas de la Campaña?
- JV: Las etapas de guerra y conquista sobre los pueblos originarios coinciden con el corrimiento de la
frontera interna y la expansión territorial del Estado. En este sentido, podemos diferenciar tres grandes
momentos: el primero es la campaña organizada por Juan Manuel de Rosas en 1833; el segundo momento es
la empresa comandada por el ministro Adolfo Alsina en 1876; y la tercera es la que emprendió Julio A. Roca
a partir de 1879, que incluye muchas campañas militares durante la toda la década del ochenta a la Patagonia
y al "Gran Chaco".
- Fueron durante muchos años aliados incondicionales de los gobiernos de Buenos Aires, integraron los
ejércitos porteños y se enfrentaron a sus propios hermanos mapuches en varias batallas, como por ejemplo la
de San Carlos, en 1873, que derrotó al cacique Calcufurá. A cambio de esa ayuda, el Gobierno central les
respetaba sus tierras. Pero la situación cambió cuando el Estado argentino decidió ir por todo, incluso por los
territorios de los Catriel, sus históricos aliados, en la zona de Azul. A partir de ese momento se rebelaron,
intentaron resistirse, pero fueron aplastados rápidamente y sus líderes enviados a la isla Martín García, uno
de los centros de detención ilegal que tenía el Estado argentino por aquellos años.
- AB: Los indígenas sometidos durante la Conquista eran considerados "mano de obra barata" para las
diferentes industrias de la época. Sus destinos fueron diversos. Los hombres en general eran enviados a
trabajar en los ingenios de las provincias del norte, también a los obrajes madereros, algodonales o
yerbatales. En todos los casos, las condiciones a las que se los sometían eran durísimas: muchas horas de
trabajo, pagas paupérrimas y maltratos. El nivel de mortalidad entre ellos era altísimo, por la mala
alimentación y las enfermedades. Los que tenían mejor suerte terminaban como soldados en algunos de los
ejércitos de frontera. Y a las mujeres se las destinaba a las casas de las familias más poderosas como
empleadas domésticas, a partir de la gestión de organismos como la Sociedad de Beneficencia, que actuaba
como agente colocador de las mujeres indígenas en las mansiones patricias de la época.
Fuente: Antonio Pozzo (1829-1910), Expedición al Río Negro, (abril a julio de 1879), Ministerio de
Guerra
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- JV: La lucha y la resistencia de los pueblos originarios que veían el avance avasallador del Estado tuvieron
diferentes matices. Muy pocas fueron las parcialidades que tomaron actitudes pasivas. Más allá de pactos y
alianzas con los gobiernos, de una manera heroica tenemos la resistencia ranquelina de Mariano Rosas y
Paine Guor; pero también, no menos osada, la de Pincén, de Catriel y la de la dinastía de los Cura en la
región pampeana. Más al sur, la épica lucha de Sayhueque secundado por Inacayal y Foyel; y las menos
conocidas en la región chaqueña que involucra a jefes como Cambá o Leoncito. Cuando la conquista se hizo
inexorable, las valientes lanzas mapuches y mapuche-tehuelche comenzaron un repliegue, que muchas veces
los llevó hacia el vecino país de Chile o a refugiarse y relocalizarse en regiones de difícil acceso para el
Estado Nacional.
- ¿Cuál fue el "botín" de la Conquista del Desierto?
- AB: La tierra. La Conquista del Desierto significó para el Estado argentino la apropiación de más de
500.000 kilómetros cuadrados de territorios, una extensión que equivale a la suma de las superficies actuales
de las provincias de Buenos Aires y Río Negro. Hablamos de botín porque los principales beneficiados
fueron un grupo reducido de argentinos, pertenecientes a la élite política y económica criolla, conformada
por las familias más ilustres, que recibieron la propiedad de grandes extensiones de los territorios
conquistados, a precios muchas veces irrisorios y con la ayuda de leyes diseñadas a medida. La principal
consecuencia de este proceso fue la conformación de los latifundios, grandes tierras aptas para agricultura y
ganadería, que quedaron en manos de un grupo selecto de empresarios aliados al poder político, o que
incluso formaban parte de él.
¿Qué diagnóstico hacen luego de escribir el libro en torno a la Campaña del Desierto? AB: Creemos
que la Conquista del Desierto fue un proceso de genocidio y etnocidio contra las comunidades originarias,
que contó con un consenso casi absoluto entre los estamentos de poder de la época: militares, políticos,
Iglesia, Sociedad Rural, científicos, medios de comunicación, y otros. Casi no hubo voces disidentes. Esto
provocó la invisibilidad de los pueblos indígenas durante mucho tiempo.- JV: la política del Estado
argentino poco hizo por los pueblos originarios. Los logros en política indígena son fundamentalmente por
la acción y la lucha de los mismos pueblos indígenas. Y los vestigios de la Campaña dura hasta nuestros
días: pobreza, marginación, invisibilidad.
Actividades
Trabaja con las fuentes.
1- Determinar si los autores son testigos contemporáneos o testigos directos de los hechos que relatan.
2- ¿Quiénes son los actores sociales nombrados en los textos?
3- Menciona las motivaciones o intereses que perseguían los que llevaron adelante las campañas al “ desierto”
4- A qué se refiere cuando se utiliza el término” desierto” ¿Era realmente un desierto? ¿Quiénes son ignorados en esa
conceptualización?
5- ¿Qué implicó el avance el avance sobre esas tierras? ¿Cuándo el desierto comenzó a formar parte del territorio argentino?
6- ¿Cómo se relaciona con la consolidación del estado nacional?
7- ¿Cuál fue el destino de los pueblos originarios una vez concluida la llamada campaña al desierto?
8- Según los autores del texto 2” la campaña al desierto fue un Genocidio y etnocidio”. ¿ estás de acuerdo? Justifica tu
respuesta.
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